Me desplomo de espalda contra el barro. La lluvia cae incesante, recorriendo las maltrechas facciones para mezclarse con el metalico sabor de mi boca. Tengo los músculos agarrotados, miro con impotencia como él se aleja. La sangre brota caliente de las heridas y se diluye en la tierra. Cada bocanada de aire supone un doloroso crujido de mis costillas. Siento cómo la vida me abandona. Tengo punzantes cortes en el pecho. Palpo vacilante la empuñadura de la daga que aún está clavada en mi abdomen. No entiendo como la situación llegó a esto.
[[Quedarse tendido]]
[[Levantarse]]
[[Sacarse el cuchillo]]Toso y la bilis sube por mi garganta. Escupo con dificultad. Puntos negros cubren mi visión, paulatinamente los colores se hacen más tenues y las sensaciones más distantes. Poco a poco voy perdiendo la sensibilidad, no tengo fuerzas para mantenerme consciente, ojalá ella…
[[Pierdes la consciencia]] Abro los ojos con lentitud, el brillo me enceguece. Parpadeo un par de veces hasta que me acostumbro. El aroma a sereno me invade. Estoy tendido sobre una suave alfombra de pasto. Me inclino hacia adelante con pereza. El césped se extiende en todas las direcciones. Mi corazón se acelera, no tengo ni una mínima idea de donde me encuentro. Aprieto la mandíbula e intento calmarme. Frente a mi, la brisa mese un bosque de lado a lado, un sincronizado baile de ramas y troncos. Cada hoja tiene su propia tonalidad de deslumbrante verde, formando en conjunto un hermoso manto que baña los danzantes árboles. Alzo un poco más la vista intentado buscar algo que me resulte familiar, a lo lejos hay gigantescas montañas nevadas que se entrelazan para formar peligrosos desfiladeros y quebradas sin fin. Todo tiene un tamaño y color sobrenatural. Echo la cabeza hacia atrás. El brillante azul del cielo me obliga a entrecerrar los ojos. Todo está claro pero no veo el sol, solo diminutos cúmulos de blancas nubes bien alejados unos de otros.
Trago saliva para aflojar el nudo que aprisiona mi garganta, llorar no va a servir de nada. El estómago me gruñe con fuerza. Las pulsaciones retumban en mi pecho y mis manos tiritan.
[[Caminar hacia el bosque ]]
[[Caminar hacia las montañas]] Emprendemos camino por un sendero de tierra. Las granjas calcinadas tienen un aspecto desolador y producen una fuerte sensación de tristeza. Sus cosechas están en su totalidad reducidas a cenizas, aunque lo peor son sus casas. Ni siquiera se mantiene en pie el marco de la puerta principal. Todavía se puede sentir el olor a humo, dolor y muerte.
Una fuerte explosión me alarma, entre los escombros de una de las granjas sale corriendo un joven en llamas, el cual se zambulle en el río para tratar de acabar con el fuego que cubre su cuerpo. A duras penas logra salir del agua, nos acercamos corriendo. Es de piel blanca y pelo negro, no debe ser mayor que yo. Sus rasgos están marcados, tiene los ojos hundidos, una nariz grande y labios gruesos. La carne de su torso y brazos está expuesta debido a las quemaduras. Respira con dificultad, tiene unos ojos azules inyectados en sangre por el dolor. Por lo menos su rostro está intacto.
-¡Ah! Me duele muchísimo, ayúdenme por favor -dice entrecortadamente el muchacho.
[[Ayudar]]Miro hacia un costado y logro apreciar los restos de mi chaqueta, reúno fuerzas para levantarme, pero me derrumbo enseguida. Toso y la bilis sube por mi garganta. Escupo con dificultad. Puntos negros cubren mi visión, paulatinamente los colores se hacen más tenues y las sensaciones más distantes. Poco a poco voy perdiendo la sensibilidad, no tengo fuerzas para mantenerme consciente, ojalá ella…
[[Pierdes la consciencia]]Temblando, sujeto con ambas manos el puñal y extraigo la hoja. Me arqueo y grito de dolor. Intento detener la gigantesca hemorragia con las manos. Los latidos producen que las entrañas me quemen por dentro. Toso y la bilis sube por mi garganta. Escupo con dificultad. Puntos negros cubren mi visión, paulatinamente los colores se hacen más tenues y las sensaciones más distantes. Poco a poco voy perdiendo la sensibilidad, no tengo fuerzas para mantenerme consciente, ojalá ella…
[[Pierdes la consciencia]]Creo que mi mejor opción es caminar hacia el bosque, debe haber algún riachuelo o algo de donde beber, con un poco de suerte podría encontrar algunas bayas.
Me pongo de pie y camino vacilante hacia los árboles. Avanzo unos veinte pasos y oigo un rugido. Miro para todas partes, pero no distingo su origen. Giro la cabeza y veo como en direccion contraria el pasto se extiende practicamente hasta donde se acaba la vista, para mezclarse con las montañas. Es demasiado lejos. No es opción. Cierro los puños, respiro un par de veces y reanudo la marcha.
Apenas me adentro en el bosque una fuerte ráfaga de viento me hace perder el equilibro y una segunda consigue tumbarme. El bosque cruje y resuena debido al vendaval incesante, haciendo que los arboles se inclinen peligrosamente. La intensidad de las ráfagas no hace más que aumentar. ¡Maldición, no puedo levantarme! Un tronco a mi derecha revienta de forma violenta y el árbol cae hacia mí. Cierro los ojos y espero lo peor. Una mano me sujeta del brazo y tira con fuerza mientras veo pasar la madera a centímetros de mi rostro. Un hombre me sujeta por los hombros y mira fijamente a los ojos.
-Necesito que digas "sí", no hay tiempo para explicar nada. -dice el extraño, dejando que las palabras salgan corriendo de su boca.
Dudo y lo miro confundido.
-Rápido, confía en mi -dice sacudiéndome.
[[Decir Sí]]
[[Guardar silencio]]Creo que mi mejor opción es caminar hacia las montañas, debe haber algún riachuelo o algo de donde beber, con un poco de suerte podría encontrar alguna cueva donde pasar la noche.
Me pongo de pie y camino vacilante. Avanzo unos veinte pasos y oigo un rugido. Miro para todas partes, pero no distingo su origen. Cierro los puños, respiro un par de veces y reanudo la marcha.
LLego a la base de una empinada montaña. Es practicamente una pared. Un fuerte temblor me hace perder el equilibro y consigue tumbarme. Todo cruje y resuena debido al movimiento incesante. ¡Maldición, no puedo levantarme! Un gigantesco peñasco revienta de forma violenta a escasos metros a mi derecha. El temblor se intensifica. Cierro los ojos y espero lo peor. Una mano me sujeta del brazo y tira con fuerza mientras veo pasar una roca a centímetros de mi rostro. Un hombre me sujeta por los hombros y mira fijamente a los ojos.
-Necesito que digas "sí", no hay tiempo para explicar nada. -dice el extraño, dejando que las palabras salgan corriendo de su boca.
Dudo y lo miro confundido.
-Rápido, confía en mi -dice sacudiéndome.
[[Decir Sí]]
[[Guardar silencio]]- Sí… -balbuceo.
Da un paso hacia atrás, cierra los ojos, eleva el brazo derecho a la altura de su pecho y extiende el índice. El extremo de su dedo se rodea con una luz blanca. Comienza a trazar un luminoso círculo en el aire. Al completarlo este se ilumina aún más, obligándome a cerrar los ojos. De un momento a otro, silencio…
Anonadado miro en todas direcciones. Estamos de vuelta en un prado. Me siento mareado por la confusión. El hombre está hincado, con una rodilla en la tierra, respirando a bocanadas. Un brillo extraño emana de su cuerpo. Luego de unos segundos se pone de pie. Es alto, fornido y de tez blanca. Lleva solo una larga falda blanca. Su cuerpo es musculado pero armonioso. Tiene la cara alargada, los ojos almendrados, una nariz respingada y unos finos labios rojos. El pelo y sus ojos son de un marrón claro.
-Gracias -le digo, con voz temblorosa. Es lo único que logro articular.
-De nada -me responde con voz grave. -Mi nombre es Alexander, aunque puedes llamarme Alex, soy tu ángel guardián.
¿Ángel? Debe estar bromeando. Siempre he tenidos mis dudas con respecto a la fe. ¿Pero creer en ángeles y seres celestiales? Escapa bastante de lo que pienso. Además ¿Qué haría un ángel en la tierra?
-Por supuesto que existimos y no te confundas, esto está lejos de ser la tierra.
¿Qué?
-Estoy un poco débil y no te he explicado nada. Lo siento. -dice el ángel con una leve mueca de vergüenza.
Estira su espalda y se sacude la rodilla.
-Acabas de dejar tu mundo y te encuentras en Eden, dentro del Reino de Saduf, específicamente en el valle de Glasdeg. Yo soy tu ángel guardián. Por orden de nuestro Padre, mi misión es cuidar de ti y enseñarte lo que pueda sobre este mundo. Puedo saber lo que piensas siempre que me lo permitas. Solo tienes que pronunciar "Leck" y el vínculo se rompe, para volver a activarlo di "Sod".
Lo miro incrédulo. ¿Muerto? ¿Padre? ¿Ángeles guardianes? ¿Vínculos telepáticos? No entiendo. Siempre imaginé la muerte de manera distinta. Más simple, más tranquila.
-¿Cuál es tu nombre?- Pregunta Alex sacándome de mis pensamientos.
-Es… -vacilo y no logro terminar la frase.
¿Mi nombre? No puedo recordar mi nombre. ¿Por qué recuerdo los nombres de las cosas, como funciona todo, pero nada de mí? Bueno, ahora también sería interesante saber cómo morí.
-Así que no puedes recordar quien eres -dice pensativo el ángel. - Eso es extraño. Nadie pierde la memoria al pasar hacia aquí. Lo mejor será ir en busca de un Querubín, ellos podrán responder tus dudas. Conozco uno que vive cerca de la ciudad de Fhideg.
El ángel, sin esperar mi respuesta, da un medio giro y empieza a caminar.
Al parecer no tengo más opción que confiar en él, además, si quisiese hacerme daño ya lo habría hecho o tan solo podría haberme morir.
[[Seguirlo]]Siento un gigantesco peso sobre mi, mucho dolor y luego nada.
[[Fin del juego]] Todo está negro, siento miedo y frio. Ha sido así desde ya lo que creo que son años. ¿Esto acabará?
Has perdido.
[[El camino nunca acaba]] Lo sigo a toda prisa. Entramos en un bosque. Las cosas son fuera de lo normal. Diversos tipos de árboles nos rodean, tienen formas peculiares y colores únicos. Pareciese que notaran nuestra presencia. A cada paso hay más sonidos, distintos tipos de cantos de pájaros llenan de vida el ambiente. Un lejano aullido me sobresalta pero Alex ni se inmuta.
-Calma, los animales no te atacaran si tú no los molestas -dice sonriente.
Eso logra tranquilizarme pero no del todo. Hay algo que no deja de dar vueltas en mi mente "Estoy muerto".
Repentinamente, una esfera de luz lima brillante sale de un frondoso árbol rojizo. Queda suspendida un par de segundos en el aire y luego pasa a toda velocidad, rozándome el pelo.
-Eso es una Potestad o ángel de la naturaleza. Ellos están encargados de cuidar a la vegetación y los animales. Aquí no existe un sol como en tu mundo pero si luna. En el día las potestades juegan en el bosque, mientras que por la noche se transforman en estrellas y lo cuidan desde allá arriba.
Lo miro con asombro y esbozo una leve sonrisa. Esto es muy irónico, jamás creí que la muerte fuera tan complicada.
Seguimos caminando por un largo sendero. Entre más nos adentramos en el bosque, más me asombra el deslumbrante paisaje. Un blanco y esponjoso conejo atraviesa el camino dando rápidos saltos. Hasta los animales tienen colores maravillosos. Antes solo vi colores así luego de días de lluvia. Claro, puedo recordar eso y no mi nombre. ¡Qué útil!
-Siempre creí que los ángeles tenían alas.
-Solo los de alto rango las poseen -dice un poco alicaído.- Yo soy un simple ángel guardián.
-¿Cómo nos trajiste hacia aquí? -. Pregunto curioso.
-Los ángeles guardianes tenemos un cierto nivel de energía que nos permite hacer conjuros simples pero muy útiles -dice con orgullo Alex. - Estos funcionan trazando figuras en el aire. Casi todos se realizan con la mano derecha, solo los hechizos de combate se dibujan con la izquierda. Una de mis habilidades favoritas es transportar objetos pequeños. Llevaba almacenando energía bastante tiempo y por eso fui capaz de traernos hasta aquí, pero me dejó prácticamente vacío.
Alex da un par de pasos más y gira a la derecha.
-Es aquí -dice apuntando a una circunferencia llena de agua en el suelo. En su centro hay una fuente de mármol que posee tres niveles planos por donde cae lentamente agua hacia la pileta. El sonido produce una sensación de calma y paz. Dos canarios rojos beben tranquilos en el nivel superior, sus colores son tan brillantes que parecen dos antorchas encendidas.
-Esto es nuestro medio de transporte. Por aquí los ángeles podemos movernos a donde queramos, solo debemos introducirnos en ella, imaginar el lugar y apareceremos allí. Se llaman Kersh.
Dicho esto, el ángel entra al agua, esta le llega a la altura de la rodilla. Me acerco con prudencia y la toco. No está para nada fría, de hecho, tiene una temperatura agradable. Alex hace señas para que me acerque.
[[Acercarse]]De un momento a otro, todo se vuelve brillante y empieza a dar vueltas.
Aparecemos en una habitación en la cual podrían entrar cómodamente diez personas. No tiene muchos adornos, solo un cuadro con un bello paisaje campestre. No hay ventanas en las paredes, aunque si un gran traga luz en el techo que ilumina toda la habitación. Delante de mí hay un imponente ser de casi tres metros, tiene el torso desnudo y cubierto de cicatrices. Un casco con una cruz en el medio protege su cabeza y esconde su rostro. Un descomunal mandoble está enfundado en una vaina que cuelga de su tonificada espalda. Cada musculo de su cuerpo parece esculpido en piedra.
-No te asustes, él es un arcángel. Está encargado de proteger la ciudad. .-Me susurra Alex.
El guardián abre un libro que luce antiquísimo y nos mira detenidamente.
-Bienvenidos a Fhideg ¿Cuáles son sus nombre? -pregunta autoritario.
-Yo me llamo Alexander.
-Muy bien, y tu recién llegado, ¿cuál es tu nombre?
[[No lo se]]
[[Inventar uno]]-No lo sé, no lo recuerdo -. Digo con poca voz.
El arcángel me mira con desconfianza. Se me hace un nudo en el estómago.
-Dice la verdad -insiste Alexander con seguridad.
El gigantesco ángel levanta su brazo derecho y traza un luminoso cuadrado blanco frente a mí. Al parecer todos los ángeles pueden hacer magia. La figura me envuelve y desaparece.
-Está bien. No detecto nada extraño en ti. Por ahora tendrás que usar el nombre de Mateo.- dice el arcángel.
Salimos por una gran puerta de madera adornada con espirales de bronce. La calle está llena de polvo y arena, sin embargo hay un dulce olor a vida y alegría. Parece una antigua ciudad de Egipto. Gente conversa y ríe mientras caminan, casi todos van acompañados por ángeles, no pareciese que tengan mucho apuro en llegar a algún lado.
[[continuar -> Recorrido por ciudad]]-Mark -. Digo nervioso.
El arcángel me mira con desconfianza. Se me hace un nudo en el estómago.
El gigantesco ángel levanta su brazo derecho y traza un luminoso cuadrado blanco frente a mí. Al parecer todos los ángeles pueden hacer magia. La figura me envuelve y desaparece.
-Está bien. No detecto nada extraño en ti.
Salimos por una gran puerta de madera adornada con espirales de bronce. La calle está llena de polvo y arena, sin embargo hay un dulce olor a vida y alegría. Parece una antigua ciudad de Egipto. Gente conversa y ríe mientras caminan, casi todos van acompañados por ángeles, no pareciese que tengan mucho apuro en llegar a algún lado.
- Jamas se te ocurra volver a mentirle a un arcángel. -Dice Alex mirandome serio.- No se como lograste engañarlo, pero no es algo que alguien cuente dos veces.
[[continuar -> Recorrido por ciudad]]Caminamos varios minutos por las calles de la ciudad.
-¿Por qué existen ciudades, no se supone que uno debe buscar el camino al cielo?
Alex me mira y sonríe.
-El "cielo" por decirlo así es solo un lugar donde vive el Creador, llamada la Ciudad de Plata. El camino hacia allá puede tardar años. Hay personas que por miedo a perderse en la travesía o caer accidentalmente en lo Oscuro prefieren ni siquiera intentar alcanzarlo. Pasando a algo más terrenal, es esencial comprarte ropa, ya que no puedes andar con ese taparrabos.
No había reparado en mi vestimenta, estoy casi desnudo. Siento como la sangre sube a mi rostro. Alex me mira y se ríe estrepitosamente.
-Pero ¿Dónde y cómo vamos a comprar? No tengo dinero.
-Hay un mercado en el centro de la ciudad, y no te preocupes por el dinero, aquí en vez de monedas se ocupa polvo divino.
Andamos un par de minutos por calles anchas y concurridas. Las casas a los costados son todas del mismo tamaño, aunque se diferencian claramente una de otra gracias a sus despampanantes jardineras, con flores de todos los colores y formas. Sin embargo lo más impactante son las decoraciones de sus puertas, complejas figuras hechas con metales y gemas, las cuales toman formas inimaginables.
-El adorno de la puerta es el emblema de la familia que vive en cada casa, por eso se cuida tanto.- dice Alex.
Que irónico el hecho que ocupe la palabra "vive".
Una brisa cargada con olor a pan recién orneado hace que mi estómago gruña con fuerza.
-Al parecer tienes hambre - dice Alex sonriendo- Lo hubieses dicho antes.
Con un rápido movimiento de su mano derecha materializa una cantimplora y una hogaza de pan, luego las tiende hacia mí. Bebo con avidez, atragantándome al final. El pan está blando y tibio, lo trozo por la mitad y se la ofrezco a Alex. Él la rechaza amablemente con una seña de manos.
Llegamos a un mercado bullicioso. Los puesto son diferentes unos de otros, todos tienen colores llamativos y productos sorprendentes; grandes sables, suntuosas joyas, túnicas extravagantes, botellas llenas de polvos extraños, hasta un pequeño carruaje hay encadenado a una tienda. Hay un gran número de arcángeles vigilando. Una pequeña tienda está repleta de huevos de colores y pequeños dragones enjaulados, parece que en ese sentido aquí todo es igual, los animales siguen siendo capturados y vendidos.
-¿No se supone que las potestades están encargadas de cuidar a los animales? -le pregunto a Alex.
-Lo hacen, pero hay ciertos seres que prefieren la compañía de las personas, ningún ser es capturado en contra de su voluntad -responde. -Mira, este es el lugar al que quería llegar.
Nos detenemos en una tienda blanca. En ella hay un hombre de baja estatura, no tiene ese brillo especial que lo diferencia, así que debe ser humano.
-¿Cuánto cuesta esa túnica crema con ese par de zapatos? -pregunta Alex.
-Medio saco de polvo -dice el vendedor
-¡Medio saco de polvo! Esto es un robo.
-Es su decisión.
-Un cuarto de saco, no doy un solo puñado de polvo más.
El vendedor mira con desdén a Alex, medita unos segundos y estira la mano.
-Está bien, un cuarto de saco -dice descortés, escupiendo cada palabra.
Siento un deseo extremo por tomar la túnica y salir corriendo, sería más fácil y ahorraríamos dinero.
[[Tomar la túnica]]
[[Resistir la idea]]Miro sobre mis hombros para asegurarme que ningún arcángel me esté observando. Nada.
[[Tomarla]]Trato de resistirme, pero el deseo en muy fuerte. Maldito ¿Cómo se atreve a hablarse así a Alex? De seguro no tiene ninguna chance contra él, despues de todo es solo un hombre. Pero no, aff ¿En que estoy pensando? Basta.
[[Tomarla]]
[[Resistirse ->Tomarla]]-Quieto-. Dice Alex mientras da un rápido manotazo y saca a un extraño ser que estaba apoyado en mi hombro, es semejante a un duendecillo. Tiene la piel verde oscura y arrugada, como la de un lagarto. Sus ojos son negros y me miran fijamente. Largas y puntiagudas orejas se elevan a los costados de su cabeza. Sonríe de manera burlona mostrando unos afilados dientes amarillentos.
-Esto es la encarnación de lo Oscuro. Existen tres formas que tiene el caído para dañarnos, la primera y la más común es esta; la Tentación, son diablillos que se entretienen incentivando a cometer pecados, pero no pueden obligarte a cometerlos. La segunda son los Asedios, criaturas que tienen el aspecto de ángeles pero están llenos de energía oscura. Por último está la Posesión, que es la más difícil de combatir, espectros muy poderosos y malignos se apoderan de tu cuerpo e intentan llegar hasta el Creador para destronarlo. -dice Alex.
Lanza la Tentación al aire y esta desaparece dejando un humo negro.
-O sea, ¿no va ser tan fácil llegar al cielo?
-Eso depende, por ahora no te preocupes, primero debemos buscar al Querubín.
Tomo la túnica y me cubro con ella, esta se adapta a mi cuerpo rápidamente, tiene los detalles en dorado, los zapatos son negros con cordones marrones.
-Por aquí, -señala Alexander. -El querubín vive en un oasis no tan lejos de esta ciudad, él puede ayudarnos.
[[Seguir a Alex]]Luego de pasar por algunas tiendas, un tumulto de gente nos impide el paso. Al parecer hubo un accidente. La curiosidad me gana y me acerco a mirar. Hay una muchacha boca abajo en el piso, su ángel está intentando levantarla, pero ella pareciese estar inconsciente.
-¡Un poco de agua por favor! -implora su ángel.
Alex levanta su mano derecha y traza un rombo en el aire, una pequeña cantimplora comienza a materializarse frente a él.
-Aquí tienes -dice pasándole el recipiente.
El ángel le da a beber de a sorbos y luego la ayuda a reincorporarse. La chica está vestida con una túnica azul. Es de tez blanca, tiene una figura preciosa y femenina, con unas caderas generosas que suben hacia una pequeña cintura. Unos redondos y prominentes pechos suben y bajan al ritmo de su respiración. Largos espirales rubios caen por su espalda, firmes y sedosos. Al mirar su rostro se llena de mariposas mi estómago. Su perfil es digno de escultura. Tiene unos carnosos labios rojos, llenos de vida y pasión, los cuales se abren dando pasó a una sonrisa de dientes blancos como la nieve. Sus ojos color esmeralda me miran fijos y se abren llenos de asombro. Debe tener mi misma edad, mi…
[[Continuar ->Desmayo en ciudad]]El corazón lucha para salir por mi garganta. He corrido tantas cuadras que perdí la cuenta. Le prometí que nos juntaríamos después de la escuela, pero me costó más de lo que pensé convencer a mi hermano. Tuve que darle la mitad mi mesada para que me encubriera. Mamá jamás me dejaría venir en un día de semana. ¡Oh! Ya no falta casi nada, solo un poco más.
Por fin llego al parque. Ahí está ella, sentada en los columpios. Me mira con sus hermosos ojos verdosos y sonríe con esa boca que me trastorna.
-Llegaste Jack-dice ella muy alegre. -Ven, llevo esperando toda la tarde.
[[Continuar->Volver a la consciencia en Ciudad]]Hay mucha luz y estoy algo aturdido, parece que alguien me habla pero no entiendo lo que dice.
-¡Te pregunto si estás bien!
¿Dónde estoy y quien es él? Ah, ahora lo recuerdo, muerto y todo eso.
-¿Estás bien? -me pregunta Alex. -Te desmallaste y tenías los ojos blancos. Casi pensé que un espíritu se había apoderado de tu cuerpo.
-Sí gracias, ya estoy bien, solo un poco mareado. Ahora recuerdo varias cosas, a mi madre, a mi hermano y mi nombre; Jack.
-Jack ¿pero cómo?
-No lo sé, tuve un sueño extrañísimo, donde aparecía la chica que estaba inconsciente. Un momento. ¡La chica! ¿Dónde está?
-Cuando te desmallaste, su ángel se la llevo. Solo pude escuchar que iban en dirección hacia el Monte Fir del Amanecer, queda más o menos a un día de aquí.
[[Continuar donde el Querubín]]
[[Seguir a la chica]]Que extraño todo lo ocurrido. Sacudo la cabeza y me pongo de pie.
-¿Que tan cerca de la ciudad está el Querubín? -Pregunto.
-Unas pocas horas caminando, sin embargo hay que cruzar el Bosque de Lobos y ya está atardeciendo -dice Alex mirándome fijamente a los ojos, su mirada es imponente-. Es muy difícil atravesarlo sin la protección de la luz del día, pero es tu decisión.
[[Ir ahora]]
[[Ir Mañana->Ir mña donde querubin]]-¡Tenemos que ir con ellos! -digo en tono imperativo.
-Está bien, si prefieres ir primero con ellos y luego donde el Querubín es tu decisión, debemos partir mañana temprano.
-Pero, ¿por qué no podemos partir ahora?
-Porque nunca he estado en ese lugar, por lo que no puedo usar los Kersh para llegar al Monte Fir, además hay que cruzar el Bosque de Lobos y ya está atardeciendo -dice Alex mirándome fijamente a los ojos, su mirada es imponente-. Es muy difícil atravesarlo sin la protección de la luz del día, pero es tu decisión.
[[Ir ahora]]
[[Esperar a mañana]]Alex me conduce hasta la salida Este de la ciudad. Es un arco gigantesco con dos colosales puertas de madera, estas están reforzadas con placas de metal y abiertas de par en par. Ocho arcángeles armados con arcos y espadas la custodian desde arriba, mientras otros dos están apostados abajo, junto a una palanca descomunal. Supongo que es mecanismo que abre y cierra las puertas. Los pilares están adornados por grabados de ángeles alados peleando contra figuras monstruosas y deformes. Una gran cantidad de personas entran y salen continuamente de la ciudad, acompañados de ángeles, animales y carretas.
-Las imágenes de los pilares son batallas del tiempo anterior a la caída del Oscuro -dice Alex - desconozco mayor información acerca de ellas, pero si no me equivoco son Elementales Ancestrales.
El paisaje del exterior de la ciudad es sobrecogedor. Hay una serie de granjas y campos destrozados. Lo que debió ser un fértil valle ahora no es más que una pila de ruinas y cenizas. Pasadas las granjas se ve cordón montañoso, el cual comienza con pequeños montes repletos de árboles y luego en el fondo se logran divisar cumbres que sobrepasan las nubes. Un río desciende desde los cerros, formando quebradas y nutriendo los campos, para luego desembocar en el lago Ceudes.
-Caminaremos paralelos al rio Kolöt. Una vez que pasemos la segunda montaña, nos encontraremos con el Bosque de Lobos, de ahí en adelante debemos avanzar sin detenernos.
Luego de andar un par de horas ya está todo oscuro. Alex tiene cara de preocupación. De la nada, una gigantesca bola de humo negro aparece frente a nosotros.
-Mierda, sabía que era una mal idea venir. -Dice Alex poniendose delante de mi.
Todo sucede demasiado rápido, seres oscuros, flechas, gritos y luego solo negro...
[[continuar->Fin del juego]]Asiento a regañadientes sin decir una palabra, sé que debo confiar en el juicio en Alex.
Mientras caminamos no reparo en el entorno. Mi familia. Ahora los recuerdo. Una punzada de dolor se clava en mi pecho. Derek, mi hermano. Él es un año menor que yo, pero unos centímetros más alto. Competimos en todos los aspectos. Dek es más fuerte, pero yo soy más ágil ¿Cómo estará? ¿Será capaz de cuidar a mamá? Desde que papá murió somos solo nosotros tres, ahora que yo también los dejé... ojalá sean capases de superarlo. Mis ojos están llenos de lágrimas, caen lentas por mis mejillas. Mi respiración se vuelve sollozos. Alex me mira pero no dice nada, sé que sin necesidad de leerme la mente sabe lo que pasa. La imagen de la chica vuelve a mi cabeza y arrasa con los recuerdos de mi familia. ¿Por qué me intriga tanto y no puedo recordar nada sobre ella?
-Ya llegamos -dice Alex con un suspiro.
Estamos en el frontis de una posada. La edificación tiene tres pisos. La puerta es de madera oscura sin decoración y al lado una gran ventana enrejada deja entrever el interior. Al entrar me abofetea una masa de aire denso cargado con olor a alcohol y humo. En la recepción hay varias mesas con hombres bebiendo y fumando. Se nos acerca un hombre robusto y de tez morena, tiene una gran cicatriz en el medio del rostro. Lo acompaña un ángel de mediana estatura. Parece que muchas personas no tienen la mayor prisa por llegar a su destino.
-Necesito dos habitaciones-dice Alex.
-Un saco de polvo. Incluye el desayuno- responde el hombre. Su voz es ronca y rasposa.
-Me impresiona los altos precios que tiene Fhideg en estos momentos, en mi ciudad natal no me cobrarían ni medio saco.
-Se debe a que hace un mes un gran número de Llamuros atacaron las granjas que están fuera del muro, lo que ha afectado al pueblo. De hecho, ayer atacaron de nuevo.
Alex lo mira con una expresión de preocupación en el rostro, le entrega el saco de polvo.
- Sus habitaciones son la tercera y cuarta del segundo piso.
Caminamos hacia la escalera, Alex se gira sobre sí y me mira directo a los ojos.
-Existen criaturas con un nivel extraordinario de energía, son los llamados Elementales. Se dividen en cuatro tipos: Fuego, agua, tierra, aire. Todos tienen una jerarquización dentro de su tipo. Ellos son criaturas que habitan aquí antes que el mismísimo Creador, por lo que no son muy amigables con los humanos, ángeles o criaturas malignas. Los Llamuros son elementales de fuego, dentro de su categorización interna serian como nuestros arcángeles, están entrenados y especializados en el arte de la guerra. Hace mucho tiempo que no había altercados de esta magnitud. Si nos llegamos a encontrar con un batallón de ellos en el camino, lo mejor será correr ya que no tenemos ninguna posibilidad. Pero no te preocupes, que el Creador te bendiga Jack, mañana será un día agotador. Tu habitación es la tercera a la derecha.
-Muchas gracias -digo un poco desconcertado.
Genial, ahora además del Mal están los Elementales, creo que no va ser tan fácil llegar a mi destino.
Camino hacia mi dormitorio, la puerta rechina al abrirse. No hay más que una ventana circular que da hacia un callejón, una cama y un baño.
Al acostarme me invade una sensación de cansancio, no había reparado en todo lo que camine hoy, el sueño me vence antes de que los pensamientos me pudiesen seguir acosando.
[[Dormir->Sueño 1]]Asiento a regañadientes sin decir una palabra, sé que debo confiar en el juicio en Alex.
Mientras caminamos no reparo en el entorno. Mi familia. Ahora los recuerdo. Una punzada de dolor se clava en mi pecho. Derek, mi hermano. Él es un año menor que yo, pero unos centímetros más alto. Competimos en todos los aspectos. Dek es más fuerte, pero yo soy más ágil ¿Cómo estará? ¿Será capaz de cuidar a mamá? Desde que papá murió somos solo nosotros tres, ahora que yo también los dejé... ojalá sean capases de superarlo. Mis ojos están llenos de lágrimas, caen lentas por mis mejillas. Mi respiración se vuelve sollozos. Alex me mira pero no dice nada, sé que sin necesidad de leerme la mente sabe lo que pasa. También le preguntaré al Querubín sobre mi padre. La imagen de la chica vuelve a mi cabeza y arrasa con los recuerdos de mi familia. ¿Por qué me intriga tanto y no puedo recordar nada sobre ella?
-Ya llegamos -dice Alex con un suspiro.
Estamos en el frontis de una posada, tiene tres pisos. La puerta es de madera oscura sin decoración y al lado una gran ventana enrejada deja entrever el interior. Al entrar me abofetea una masa de aire denso cargado con olor a alcohol y humo. En la recepción hay varias mesas con hombres bebiendo y fumando. Se nos acerca un hombre robusto de tez morena, tiene una gran cicatriz en el medio del rostro. Lo acompaña un ángel de mediana estatura. Parece que muchas personas no tienen la mayor prisa por llegar a su destino.
-Necesito dos habitaciones-dice Alex.
-Un saco de polvo. Incluye el desayuno- responde el hombre. Su voz es ronca y rasposa.
-Me impresiona los altos precios que tiene Fhideg en estos momentos, en mi ciudad natal no me cobrarían ni medio saco.
-Se debe a que hace un mes un gran número de Llamuros atacaron las granjas que están fuera del muro, lo que ha afectado al pueblo. De hecho, ayer masacraron la ciudad de Hüul, todos los que no huyeron, hoy ya están en lo Oscuro.
Alex lo mira con una expresión de preocupación en el rostro, le entrega el saco de polvo.
- Sus habitaciones son la tercera y cuarta del segundo piso.
Caminamos hacia la escalera, Alex se gira sobre sí y me mira directo a los ojos.
-Existen criaturas con un nivel extraordinario de energía, son los llamados Elementales. Se dividen en cuatro tipos: Fuego, agua, tierra, aire. Todos tienen una jerarquización dentro de su tipo. Ellos son criaturas que habitan aquí antes que el mismísimo Creador, por lo que no son muy amigables con los humanos, ángeles o criaturas malignas. Los Llamuros son elementales de fuego, dentro de su categorización interna serian como nuestros arcángeles, están entrenados y especializados en el arte de la guerra. Hace mucho tiempo que no había altercados de esta magnitud. Si nos llegamos a encontrar con un batallón de ellos en el camino, lo mejor será correr ya que no tenemos ninguna posibilidad.
Trago saliva abrumado.
-Hüul es donde vivía el Querubín, creo que no tendremos más opción que buscar a la Chica en busca de algunas respuestas. Pero no te preocupes ahora, que el Creador te bendiga Jack, mañana será un día agotador. Tu habitación es la tercera a la derecha.
Genial, ahora además del Mal están los Elementales, creo que no va ser tan fácil llegar a mi destino.
Camino hacia mi dormitorio, la puerta rechina al abrirse. No hay más que una ventana circular que da hacia un callejón, una cama y un baño.
Al acostarme me invade una sensación de cansancio, no había reparado en todo lo que camine hoy, el sueño me vence antes de que los pensamientos me pudiesen seguir acosando.
[[Dormir->Sueño 1]]"bip, bip, bip".
No puede ser, ya amaneció.
Apago torpemente el despertador.
-Despierta Jack que se te hace tarde para llegar a la escuela. -dice mi madre desde la puerta de mi habitación.
Las cortinas ya están abiertas, aún llueve. Se escucha el golpeteo de las incesantes gotas contra la ventana. Me levanto de mala gana y camino hacia el baño. Todo se ve borroso debido a la falta de sueño. El pasillo como siempre cruje con cada paso que doy. Frente al lavabo me miro en el espejo, tengo unas grandes ojeras. Mi aspecto es fatal. La noche anterior fue muy confusa, una lágrima cae por mi mejilla.
[[Continuar->Camino al monter fir]]-Buenos días Jack, vístete de inmediato, necesitamos partir lo antes posible.
Alex esta junto a mi cama vistiendo una túnica azul. Qué extraño sueño, mi casa, mi habitación y mamá. Tengo un nudo en la garganta, se empañan mis ojos. Extraño a mi familia. Me visto con la túnica y camino hacia el baño. Hay un escusado y un lavamanos. En la pared cuelga un espejo cubierto de polvo. Me lavo con agua fría para despertar y limpio el espejo. Mi cara no ha cambiado en nada, es igual a la del sueño.
Ya en la habitación me coloco los zapatos.
-Tomaremos desayuno y partiremos al Monte -Dice Alex saliendo de la habitación.
Bajo torpemente las escaleras. Hay un apetitoso olor tostadas y café, totalmente distinto al que tenía el día anterior de humo y alcohol. Nos sentamos en una mesa alejada de la puerta.
-¿Los ángeles necesitan comer? -pregunto intrigado.
-Claro, aunque también podemos fabricar nuestro propio alimento con la energía que poseemos.
-O sea que ¿la energía te permite hacer magia?
-Algo así -responde riéndose.- Podemos hacer ciertas cosas, ya que el Supremo nos ha otorgado un sistema de energía llamado Vah. Los Elementales tienen una habilidad parecida, pero más poderosa, el Larck.
-¿Cómo funcionan esos sistemas de energía Alex?
-Uf, es complicado de explicar. Mejor dejemos ese tema para otro momento.
Decepcionado por no poder saciar mi curiosidad, bajo la mirada y jugueteo con los cubiertos.
-Permiso señores -dice una pequeña ángel mientras deja los platos frente a nosotros. Hay unos huevos fritos gigantescos y tostadas.
El ángel camina con paso felino hacia la cocina, describiendo movimientos elegantes y suaves. Pareciese que flotara.
-Si no me equivoco son huevos de haplotes -dice el ángel.- Unas aves parecidas a los avestruces. Son muy veloces, pero no se dejan montar fácilmente.
Apenas terminamos de comer, Alex deja un puñado de polvo en la mesa.
[[Continuar->salida de la ciudad]]Transitamos por calles concurridas, similares a las del mercado hasta llegar a una avenida donde desembocan muchos otros senderos. En un tablero de anuncios hay un mapa de la ciudad. Me acerco para observarlo mejor. La plaza se encuentra en medio y de ahí se comienza a extender las demás avenidas, siempre manteniendo la simetría y el orden. Hay cuatro calles principales, hacia los puntos cardinales. Todas terminan en una gran puerta, excepto la norte la cual limita con un lago llamado Ceudes.
Alex me conduce hasta la salida Este de la ciudad. Es un arco gigantesco con dos colosales puertas de madera, estas están reforzadas con placas de metal y abiertas de par en par. Ocho arcángeles armados con arcos y espadas la custodian desde arriba, mientras otros dos están apostados abajo, junto a una palanca descomunal. Supongo que es mecanismo que abre y cierra las puertas. Los pilares están adornados por grabados de ángeles alados peleando contra figuras monstruosas y deformes. Una gran cantidad de personas entran y salen continuamente de la ciudad, acompañados de ángeles, animales y carretas.
-Las imágenes de los pilares son batallas del tiempo anterior a la caída del Oscuro -dice Alex - desconozco mayor información acerca de ellas, pero si no me equivoco son Elementales Ancestrales.
El paisaje del exterior de la ciudad es sobrecogedor. Hay una serie de granjas y campos destrozados. Lo que debió ser un fértil valle ahora no es más que una pila de ruinas y cenizas. Pasadas las granjas se ve cordón montañoso, el cual comienza con pequeños montes repletos de árboles y luego en el fondo se logran divisar cumbres que sobrepasan las nubes. Un río desciende desde los cerros, formando quebradas y nutriendo los campos, para luego desembocar en el lago Ceudes.
-Caminaremos paralelos al rio Kolöt. Una vez que pasemos la segunda montaña, nos encontraremos con el Bosque de Lobos, de ahí en adelante debemos avanzar sin detenernos hasta el Monte Fir. Este es fácil de reconocer, ya que un templo adorna su cumbre. Esas montañas se llaman Lojaerg, es el nombre del Elemental de tierra que las creó. De hecho, casi todos los lugares tienen nombres en el idioma de los Elementales. Por ejemplo, Glasdeg, el lugar donde nos vimos por primera vez, significa "nieve en el valle" y Kolöt es "llanto eterno". Bueno, no perdamos más tiempo, tenemos que llegar lo antes posible.
[[Continuar->Conocen a William]] -Jack necesito que traces un círculo alrededor de él.
Obedezco de inmediato. Recojo una rama del tamaño de mi antebrazo y dibujo una circunferencia a su alrededor. Alex se sienta junto al chico, cierra los ojos y empieza a recitar un extraño verso. Poco a poco los brazos del joven se van iluminando y la cara del ángel se va llenando de gotas de sudor.
-Pica demasiado -gimotea el muchacho.
-Lo sé, pero debes quedarte quieto -dice Alex arrugando la frente y sin abrir los ojos.
El chico lanza un grito de dolor y su espalda se arquea. El ángel levanta su mano izquierda y traza una equis en el aire. A diferencia de otras veces, la luz que desprende su mano es de un rojo intenso. El joven se desmalla.
Al cabo de unos largos y extenuantes minutos el muchacho luce recuperado, aunque Alex se ve pálido y cansado.
-Ahora si agoté por completo mi energía. Estoy exhausto -dice secando el sudor de su cara y poniéndose de pie-. Ocupé un hechizo para hacer que perdiera la conciencia, solo funciona con personas que estén muy debilitadas o durmiendo. No debería tardar en despertar.
Alex se tambalea, corro para sostenerlo.
-Me ha afectado más de lo que pensé.- dice Alex disculpándose.- En unos minutos estaré bien, no te preocupes.
Se vuelve a sentar y cierra los ojos. Lo miro preocupado. Camino en círculos con la cabeza gacha. Veo una piedra circular y aplanada, perfecta para hacerla rebotar en el agua. Me encantaba hacerlo en la laguna del parque. ¡Ah! Recuerdo eso, pero nada sobre la chica, ni si quiera su nombre. Aprieto los puños y luego los relajo. Me inclino, cojo la roca y me acerco al borde del rio. La lanzo con fuerza y da tres botes antes de hundirse. Al cabo de unos minutos el joven se reincorpora.
-Muchas gracias, me salvaron la vida -dice el joven poniendo las manos en el piso e inclinando la cabeza. Un tatuaje con forma de puñal gris le adorna el hombro derecho. -No sé cómo agradecérselos. Si hay alguna manera en que pueda recompensarlos solo díganmelo.
-¿Eres de la orden de Tottirh cierto? -pregunta Alex mirándolo detenidamente.
-Así es-dice el joven, golpeándose el pecho tres veces.
-Nos dirigimos al Monte Fir -dice el ángel mientras se pone de pie -. ¿Puedes guiarnos hasta allá?
-Con mi experiencia les juro que no se perderán y llegaran al monte antes del anochecer. Solo necesito volver a buscar mi arco y carcaj. Mi nombre es William.
-Tu ayuda es aceptada y bien recibida -dice el ángel.
El joven camina hacia los escombros de una de las casa y desciende al sótano.
-Los Tottirh son un grupo de humanos dedicados a hacer expediciones más allá del reino de la Luz. -dice Alex antes de que le pregunte.- Su símbolo, el cuchillo, representa que son el filo entre lo conocido y lo desconocido. No es conveniente confiarse de cualquiera, pero para cruzar el Bosque toda ayuda es bien recibida.
-¿No debería acompañarlo un Ángel?
-Hay gente que prescinde de nuestra compañía -responde mientras baja la mirada. - Es un tema extremadamente personal, no te recomiendo que se lo preguntes.
William vuelve con un largo arco de madera. El mango es de cuero y la aljaba en su espalda está repleta de flechas con plumas de variados colores. Me mira sonriente y comienza a caminar en dirección contraria a la ciudad, lo sigo desde cerca.
-¿Que sucedió, de dónde provino la explosión? -Le pregunto intrigado.
-Es algo difícil de explicar -dice mientras la sonrisa desaparece de su rostro, dejando paso a una expresión sombría- Los Llamuros arrasaron con todo. Al momento del ataque, yo estaba en el sótano buscando el atalaje, por lo que cuando todo se quemó, quedé atrapado. Pasé dos días buscando la forma de salir, hasta que hallé un barril lleno de alcohol, al que prendí fuego para dispersar los escombros. El problema es que la explosión fue demasiado grande y logró alcanzarme. Dos grandes lágrimas caen por sus mejillas, las cuales se seca con la manga de su túnica. Vivía con un compañero de la orden. No tuvo tanta suerte.
¿Morir? ¿Aquí también se puede morir?
-Por culpa del Caído, sí -dice Alex contestando mis pensamientos -. Uno cae directo hacia lo oscuro y el camino de regreso es prácticamente infranqueable.
[[Continuar->Pelea con lobos]]Los tres continuamos la marcha en silencio. Pasamos el primer monte y nos adentramos en el bosque. Alex está abstraído, parece que la perdida de energía le afectó más de lo que quiere admitir. En un comienzo los árboles no son de gran estatura aunque si un magnífico color, poco a poco se vuelven frondosos, sus troncos se tornan cada vez más gruesos y largos. La luz va disminuyendo debido a que las hojas dificultan que esta se filtre e ilumine el bosque. No logro divisar ninguna señal de vida o Potestad, solo los magníficos e imponentes árboles, los que están considerablemente distanciados unos de otros debido a su tamaño colosal. Para rodear un tronco se necesitarían alrededor de seis personas tomadas de las manos. El suelo es una mezcla de ramas secas y hojas marchitas, formando un tapiz de color marrón que cruje con nuestros pasos. El ambiente está cargado con un olor a humedad debido a que el calor no logra penetrar eficientemente en esta parte de bosque. William camina con paso decidido, mordisqueándose el interior de los labios. Sin él, creo que sería imposible desplazarnos por el bosque, ya que este se extiende en todas direcciones sin ningún punto de referencia. Un aullido nos alerta. Se escuchan pasos en todas direcciones. Se acercan cada vez más.
-¿Lobos? -pregunto alarmado.
-Lobos Negros -dice en voz baja William apretando los labios -. Maldición ¿Qué hacen cazando de día?
Miro extrañado a Alex, este suspira.
Criaturas aliadas del Oscuro. -Dice el ángel.- Le juraron lealtad a cambio de que les hiciese más fuertes. Son sigilosos y siempre cazan en grupo. Escapar no es una opción.
-Así es. -Dice William tenso.- Algo grande debe estar pasando para las criaturas malignas ataquen a plena luz del día. Esperemos que su poder sea menor al que adquieren por las noches.
Alex saca una pequeña vara de madera que tenía guardada en la túnica, le da dos golpecitos contra la palma de su mano y este se extiende transformándose en un bastón del largo de dos brazos.
-Estoy exhausto, pero no moriré sin pelear -dice Alex apretando tan fuerte el arma que sus nudillos se ponen blancos.
Un nudo se genera en mi estómago. ¿Morir luchando? ¿Tan grave es la situación?
Los pasos se escuchan aún más cerca. Will introduce su mano en el carcaj, saca una fecha y un largo cuchillo. La hoja es gris y tiene filo por ambos lados. La empuñadura está embarrilada con cuero negro, un zafiro adorna el ojo.
-Cuídala mucho, era de mi mejor amigo -dice mientras me pasa el arma.
Cuatro lobos aparecen de entre los árboles y nos rodean. William tensa el arco, Alex sujeta el bastón con las dos manos y yo alzo el cuchillo. Nos ponemos espalda contra espalda. Las criaturas tienen el tamaño de un oso. Su pelaje es negro como la noche. Gigantescos y afilados colmillos repletan sus alargados hocicos. Sus ojos son rojos como la sangre y nos miran deseosos de esta. Gruñen sin cesar. Todos los músculos de sus descomunales cuerpos están tensos. Estoy aterrado. En el momento que nuestro guía dispara la flecha, los cuatro lobos se lanzan sobre nosotros. La saeta atraviesa el cráneo de una de las criaturas y está cae inerte haciendo que uno de sus compañeros choque contra él. Alex golpea lateralmente la mandíbula de uno de los lobos, el sonido de los huesos quebrándose y desencajándose me sobrecoge. Veo como se acercan vertiginosamente las fauces abiertas de una de las criaturas hacia mi rostro. El miedo me paraliza. Cierro los ojos. Escucho nuevamente el sonido de huesos crujiendo y que algo cae estrepitosamente.
[[Abrir los ojos->llegada de los acua]]El lobo está inmóvil frente a mí, una flecha azul está enterrada entre sus costillas. Otra flecha pasa silbando y se clava entre los ojos del lobo restante. Aparecen dos seres con forma humana. Son altos y tienen marcado cada musculo de su cuerpo. En vez de piel están cubiertos de brillantes escamas con diferentes tonalidades de azul. Llevan solo un taparrabos gris. Los huesos de su cráneo convergen en la parte superior dando paso a una cresta membranosa. Esta es de un amarillo brillante. En sus cejas crece musgo negro. Sus ojos son redondos y blancos, con una gran pupila negra en el centro. No tienen nariz, sus caras se mantienen planas hasta llegar a dos pequeños orificios sobre su boca. Uno está aferrando un sable curvo con una empuñadura de un azul más oscuro que su "piel", la hoja pareciese estar hecha de hielo; el otro un arco largo con espirales a los costados, algas amarillas rodean la zona del mango. Gruesos tejidos unen sus dedos, deben ser veloces nadando. Dos largas filas de branquias cubren el cuello de las criaturas, estas se mueven con un ritmo constante emitiendo un leve silbido.
-Cuatro oscuros, dos humanos y una escoria angelical. -. Dice el ser que sostiene la espada con un acento muy peculiar, como si se le resbalase su negra lengua al hablar. -Buena caza.
-¿Quién de ustedes quiere morir primero?- pregunta el otro ser con una sonrisa torcida en el rostro, dejando ver unos afilados dientes blancos y angulosos.
-Por favor Lluvios les imploro piedad -dice Alex.- No hay razón para que Elementales y Ángeles luchen.
-No sabes lo que dices basura. Llevan siglos destruyendo nuestras familias y tierras. Robando energía de la naturaleza, dejando que el mundo se marchite.
-¿Qué estás diciendo Elemental? -Dice ofendido Alex.- Las potestades son seres divinos y se esfuerzan día a día para proteger Mater.
-¡Ja! ¿Que las potestades son seres como tú, pequeño desperdicio? No, eso jamás. Las potestades son las almas de los Elementales Ancestrales. Protegen la tierra donde vivieron y se lamentan todos los días por el daño causado -dice el Elemental de agua. -Ese vil embustero que se cree tan poderos, siempre oculto tras sus siervos. Hace lo posible para tratar de destruirnos, pero se olvida de que este es nuestro mundo y él solo un usurpador.
-¡Eso es mentira! El Creador jamás haría algo así - dice Alex.
El Elemental con el arco pierde la paciencia y dispara a la pierna de Alexander. La flecha se entierra profundamente en su muslo. El ángel grita de dolor, suelta el bastón y pierde el equilibrio; su caída es amortiguada por las hojas secas.
-Estas puntas de flecha son forjadas con las garras de los Adsil, dragones marinos que viven debajo de los grandes hielos del sur. Por lo que comprenderás, escoria, que no podrás moverte. Serás el último en morir, para que veas como desollamos a tus "protegidos".
Me tiemblan las piernas, el Elemental sigue hablando pero no entiendo lo que dice. Un zumbido me ensordece, siento que un inmenso calor recorre todo mi cuerpo, como si todo a mí alrededor estuviese ardiendo. El Lluvio con el arco ya no mueve los labios, por sus expresión noto que está asustado, levanta el arma, coloca una flecha azul, tensa la cuerda y apunta justo al centro de mi pecho, la saeta vuela raudamente. En el preciso instante en que la punta roza mi túnica todo mi cuerpo se cubre de fuego, el que la envuelve e incinera de inmediato. No siento dolor en absoluto, simplemente un calor que me produce un gigantesco frenesí. El Elemental de agua con la espada corre hacia William. El joven dispara una flecha hacia el Lluvio, pero esta se quiebra al chocar contra sus escamas. El ser da un giro y lanza una estocada mortal. Su velocidad es sobrehumana. Will intenta esquivar la acometida pero no es lo suficientemente rápido. La espada se clava en su brazo izquierdo, justo debajo del hombro. La herida no sangra y se torna negra. Las llamas se avivan aún más y parte de ellas salen enfurecidas desde mi cuerpo hacia el Lluvio. No las puedo detener ni controlar. Él intenta esquivarlas pero el fuego es más rápido. Cuando estas lo tocan, cambian de color pasando de un magnífico rojo a un negro imponente, su cuerpo se incinera. Estoy anonado. Las llamas se dividen rodeando a Will y Alex. Un espectro fantasmagórico surge del cadáver quemado emitiendo un quejumbroso lamento y se coloca junto al otro Elemental. El cuerpo del Lluvio calcinado se vuelve a materializar a partir del espectro.
-¡Estúpido! -Me grita el Elemental -Hiciste que gastara toda mi reserva de energía.
Comienza a correr hacia mí con la espada en alto pero su compañero lanza una flecha delante de él.
-Cálmate, no te queda energía y llevamos semanas fuera del agua, no es el momento -le dice de mala gana.- Ve por los Juurh, yo me encargaré de que nunca nos olvide.
El ser deja el arco en el suelo, cruza los brazos sobre su pecho y me mira a los ojos. Un escalofrió me recorre la espalda.
-¡Upir at Aquost et oy dgolami!- grita el lluvio y una esfera de luz azul se forma frente a él.
Intento dar unos pasos hacia atrás pero mis piernas no responden. La luz vuela e impacta contra el fuego, una fuerte dolor en el pecho me desequilibra haciendo que caiga de bruces. Boqueo y levanto la cabeza. El Lluvio me mira sonriente mientras escupe al suelo y camina hacia los lobos. Con un diestro movimiento el elemental abre el vientre de una de las criaturas y extrae un palpitante órgano negro. La pareja repite la operación con las criaturas restantes, nos miran con desdén y sin decir nada más se internan en el bosque.
Las llamas abandonan los cuerpos de mis compañeros, vuelven a cubrirme y desaparecen. Siento como si hubiese corrido semanas enteras. Alex sigue tendido inmóvil en el piso, me arrastro y vacilante extraigo la flecha de su pierna. La herida no sangra, pareciese estar congelada igual que el resto de su cuerpo. William está consciente. Me pongo de pie con dificultad y le entrego su daga.
-No podemos acampar en este lugar -dice Will casi sin voz. -Lo único que nos salvó de la muerte, es el respeto que le tienen los Lluvios al fuego. La única solución es llegar al Monte Fir.
Una potestad me sobresalta y comienza a dar vueltas a mí alrededor; se detiene, avanza y retrocede. Creo que quiere que la sigamos, no sé si será una buena idea pero es la única opción que tengo. Cojo la vara y coloco a Alex sobre mi espalda, pesa más de lo que pensé. Camino pausadamente pero sin detenerme siguiendo a la criatura divina, alma de elemental o lo que sea. William me sigue de cerca, su palidez aumenta. Su brazo ya está completamente negro. El sudor baña mi rostro, me tiritan las piernas. La potestad avanza implacable sin cambiar el ritmo. El tamaño de los arboles disminuye y una mayor cantidad de luz baña al ambiente, estoy mareado y tengo nauseas, no voy a poder soportar mucho tiempo el estar caminando de esta manera, con Alex en la espalda. En el momento en que puntos negros empiezan a llenar mi vista, logramos salir del bosque hacia el Monte Fir. El lugar tiene el aspecto de una ladera de ensueño, el suelo está tapizado con una gruesa capa de pasto verde oliva, adornado por arbustos de baja estatura y grandes manchones de blancas flores. Un templo se levanta en su cumbre. La suave brisa lleva consigo el dulce olor de las flores. La potestad vuela hacia el cielo y desaparece, estoy completamente extenuado, voy a perder la conciencia. Avanzamos hacia la cima. El único sonido que escucho son mis propios latidos, rítmicos y atronadores estruendos que producen fuertes punzadas en mi cabeza, no logro enfocar la vista, veo todo distorsionado, teñido de rojo y negro. Un amargo sabor a bilis me baña la boca y quema la garganta. Respiro con extrema dificultad, cada bocanada de aire me supone un sublime esfuerzo. Tengo el cuerpo entumecido y fatigado, en especial las piernas. Siento que mis músculos se van a desgarrar en cualquier momento. La pendiente de la ladera supone una dificultad más. Alex comienza a resbalar por mi espalda. Solo me faltan unos pocos pasos para llegar, todo se empieza a oscurecer. Finalmente llegamos a la entrada del monasterio, hay una gran puerta de madera adornada con extraños símbolos en oro, la intento empujar pero está cerrada. William cae inconsciente, ahora la mitad de su rostro también está ennegrecido. Me faltan fuerzas para levantar el brazo y tocar la puerta, no soporto el estar erguido, me dejo caer.
[[Continuar->Sueño 2]]Camino por el parque mientras las gotas de lluvia descienden incesantemente desde las nubes. La noche ya cayó la sobre la ciudad. Ella está sentada en el lugar de siempre, esperándome, no lleva paraguas. Al acercarme huelo su perfume, mi corazón se acelera, levanta la vista y me mira. Sus hermosos ojos vidriosos reflejan tristeza.
-Jack -dice secándose las lágrimas que cubren su rostro - pensé que no ibas a venir.
Me apego y la abrazo. Tiene el cuerpo frio, está empapada.
-¿Qué te sucedió? -pregunto acariciándola.
-No lo soporto más, no quiero seguir huyendo. -dice rompiendo a llorar.
Miro como sus gruesos labios rojos se tensan con cada sollozo, la lluvia se intensifica.
-Estoy cansada de tener que ocultarme.
-¿Ocultarte de quién? -pregunto preocupado.
Un fuerte estruendo me sobresalta. Ella se levanta.
-De ellos. -dice con una expresión de rabia y abatimiento en el rostro...
[[Continuar->Despertar monte fir]]Abro los ojos asustado. Estoy en una habitación con paredes de piedra. El dolor de los músculos me recorre de pies a cabeza. Huele a canela, la luz se filtra por una alargada ventana. Miro de lado a lado en la habitación buscando a Alex y Will, los dos se encuentran acostados y durmiendo, o eso espero. Me levanto preocupado. Ponerme de pie supone un esfuerzo mayor al que había pensado. Nunca había visto heridas como las de ayer. Camino con dificultad hacia la cama de Alex. Toco la frente del ángel, está tibia. William luce bien, ya no tiene ese color ennegrecido. Su arco y carcaj descansan a su lado. No sé dónde estamos pero al menos, todos están vivos. Impulsado por la curiosidad me dirijo hacia un pasillo, solo hay una puerta y la salida hacia el exterior. Me muevo vacilante hacia afuera.
Encuentro un amplio patio, en el medio hay una laguna. Si no me equivoco este debe ser el interior del monte Fir. Más tranquilo comienzo a andar hacia el lago, estoy descalzo, el pasto acaricia mis pies, una suave brisa refresca el ambiente. Qué extraño lo del fuego, no logro despejar esa idea de mi mente. Camino absorto en mis pensamientos hasta llegar a la laguna, miro el agua, en ella poco a poco se comienza a formar una imagen ¡Es la muchacha que vi en la ciudad y en mis sueños! Estiro la mano para tocarla, pero cuando mis dedos rozan la imagen, esta desaparece dejando solo ondas en el agua.
-Al fin despertaste -dice a mis espaldas una voz femenina, ronca y rasposa. -Dormiste dos días enteros.
Al voltearme me encuentro cara a cara con una sonriente mujer morena de baja estatura. Tiene el pelo blanco y las arrugas trazan grandes surcos en su rostro. Una nariz redonda sobresale notoriamente. Es robusta y una joroba encorva su espalda. Sus profundos ojos celestes me miran con ternura.
-Mi nombre es Thelma. Tú debes ser Jack, el ángel balbuceaba ese nombre mientras dormía. Esos seres divinos son demasiado sentimentales. Tuviste más suerte que tu ángel y amigo, sus heridas eran graves. Estuvieron cerca de morir congelados. -Mira hacia el cielo y suspira-. Eso debió ser obra de los Lluvios, son los únicos capases de congelar en puntos tan específicos a sus víctimas. ¡Ah! Esto no se ve nada bien, la relación entre los Elementales y Divinos está muy tensa. Creo que la única razón por la cual la guerra aún no se ha declarado es que ambos bandos temen que al terminar la lucha, el vencedor este demasiado debilitado para lograr hacerle frente al Mal y mantenerlo en su mundo. El Oscuro es inteligente, además con todos estos años en las sombras ha ganado una gran virtud, la paciencia. Sabe que es cuestión de tiempo el hecho que alguna de las dos fuerzas quiera aliarse con él o se sienta tan poderosa como para tratar de destruir a las demás, y ahí será cuando él ataque. En estos momentos mueve los hilos lentamente, sin levantar mayor sospecha, engañando a todos, haciéndoles creer que está resignado en la soledad, pero no, está más activo y atento que nunca. -me mira directo a los ojos y se ríe. -Creo que necesitaba desahogarme, aquí ya nadie me escucha.
Gra, gracias -balbuceo confundido.
Aun no logró entender bien todo lo que pasa. El ataqué, el fuego, la chica…
-¿Qué es esta laguna? - pregunto motivado por la imagen del la muchacha.
-Ah, la Fuente de Ihus. La historia del valle está estrictamente ligada a la creación de este lugar. Hace muchísimos años una pareja de Elementales de agua vivían en este monte y para poder habitar aquí construyeron esta laguna. Una noche un grupo de Elementales de Tierra decidió recuperar el terreno que Löjaerg creó y que esos seres de agua estaban destruyendo y modificando. La pareja de Lluvios se defendió arduamente pero ellos les superaban en número, Los Tierros consiguieron herirlos y raptaron a la Elemental de agua. Él era muy hábil manipulando su energía, gracias a eso logró que este lago mostrase donde estaba su amada. Lo que vio lo destrozó. Ella estaba encadenada y siendo brutalmente torturada en una quebrada no lejos de allí. Fue tal su rabia que con todo su poder creó un potente rio para rescatar a su prometida y matar a los Tierros. Es lo que hoy se conoce como el rio Kolöt. Producto de su enojo, liberó una cantidad descomunal de energía. Esa es la razón por la cual este lago refleja a nuestro ser más querido y el rio sigue fluyendo.
Un potente y agudo sonido similar al de una campana hace vibrar al lugar.
-Es Wecvar, ya debe estar lista la comida. Me imagino que estarás hambriento, llevas días sin comer.
Gira sobre sus talones y comienza a andar hacia una edificación de piedra con techo de madera contigua a las habitaciones. Tiene razón, mi estómago gruñe con fuerza. La sigo de cerca. No tiene ese brillo característico de los seres Divinos, pero tampoco la acompaña un ángel.
[[Continuar->Ir a comer en monte]]Entramos a un salón de cuatro paredes. Tiene dos ventanas y flores disecadas como decoraciones colgando en los muros. La sala está cubierta por una gruesa alfombra roja con diversas figuras geométricas en negro. En el centro hay una mesa de madera rodeada por almohadas, es tan baja que no llega ni a la altura de mis rodillas. En la mesa hay dos platos blancos de cerámica con una cuchara en su interior, una jarra con agua y un par de copas doradas que relucen. En una esquina hay una serie de pilares de piedra que sostienen una placa metálica. Sobre esta descansa una olla. Entre los pilares hay un ser de color rubí parecido a un escarabajo pero del tamaño de mi antebrazo. Tiene una tenaza en su boca, tres patas a cada lado y una larga cola que termina en una esfera del porte de una nuez. La criatura está protegida por un duro caparazón que tiene aspecto metálico.
El ser levanta la cabeza y lanza una llamarada hacia la placa, luego con el extremo de su cola se golpea el lomo, lo que produce un fuerte sonido agudo.
-Es su forma de decir que la comida ya está lista. Él es un Khajgro de fuego, natural de los grandes volcanes del Este. Dicen que es pariente de los dragones. No posee gran tamaño ni fuerza, pero tiene un talento innato para la cocina.
Thelma destapa la olla y la lleva a la mesa. El Olor a caldo repleta mis pulmones y se me hace agua la boca.
-Ven-dice mientras llena los dos platos.- Debes comer despacio, sino puede que tu estomago no aguante.
Me acerco y agradezco la comida. El cojín es cómodo y la mesa queda a la altura perfecta. Comienzo a comer de manera pausada. Mi mano tirita con el peso de la cuchara. Está delicioso. Tiene ese toque que mamá ponía al cocinar. Mamá… En casa la cena era algo sagrado. Ese era el momento donde conversábamos los tres, era "nuestro momento". Solo nosotros. Lo que daría por almorzar una vez más con ellos. Se me empañan los ojos y un nudo aprieta mi garganta.
-¿Qué te pone triste? -pregunta Thelma al tiempo que el Khajgro se sube a su regazo.
-Extraño a mi familia -respondo esforzándome para que no se quiebre mi voz.
-Lo lamento -dice mientras deja la cuchara en el borde del plato. - Debo suponer que a ellos viste en la Fuente Ihus.
Como una flecha la imagen de la chica se clave en mi mente. Arrasando con todo los otros pensamientos.
-Necesito saber si una chica rubia, con los ojos verdes pasó por aquí. -digo bruscamente. Mi corazón late tan fuerte que lo siento hasta mis pies.
Thelma entrecierra los ojos y ladea la cabeza.
-No suelo hablar de huéspedes anteriores.
-Se lo suplico, necesito saber sobre ella.
Duda unos instantes.
-Ella se alojó con su ángel el día anterior a que ustedes llegaran. Su nombre es Dana.
Que extraño, su nombre no me resulta para nada familiar. Mi excitación inicial se convierte en una mezcla de decepción y desconcierto. Creí que al saber su nombre recordaría todo o algo al menos.
-¿Sabe a dónde iban o que hacían aquí?
-Si mal no recuerdo se dirigían al pueblo de Kolmec, "Árbol del llanto" en idioma elemental, es una trágica historia la de esa aldea -dice Thelma acariciando a Wecvar- ¿Por qué tanto interés en la chica?
-Es algo complicado de explicar -digo sonrojado.- La veo en mis sueños, pero no logro recordar nada de ella además de lo que logro ver allí. La verdad hay muchas cosas de mi pasado que no recuerdo.
-No te preocupes por eso ahora -dice Thelma mientras vuelve a llenar de sopa su cuchara- Solo concéntrate en comer y descansar. Aquí el tiempo sobra, no olvides eso.
Seguimos comiendo. Tantas cosas dan vuelta en mi cabeza que prefiero dejar todo de lado y enfocarme en el exquisito sabor de la comida.
Thelma da un par de suaves palmadas en el lomo al Khajgro que se había quedado dormido. La criatura estira sus diminutas patas y se aparta perezosamente, dejando a su ama ponerse de pie.
-Ven, acompáñame a lavarlos. -Dice levantando los platos.
Salimos hacia el patio. No hay luna pero la noche está iluminada por miles de potestades.
-¿Qué te sucedió muchacho? -Pregunta Thelma llenando con agua del lago una cubeta.- Ni un solo rasguño en tu cuerpo, pero tardaste días en despertar.
-No estoy seguro de lo que realmente ocurrió. Cuando nos enfrentábamos a los Lluvios en el bosque, mi cuerpo se cubrió de fuego. Lo extraño es que las llamas no me quemaban y tenían voluntad propia. Cuando se apagaron sentí una fatiga extrema.
-Nunca había escuchado de algo así. -Dice entrecerrando los ojos.- Te sugiero que no se lo cuentes a nadie. La mayoría han perdido seres queridos a manos de Elementales, lo que menos querrás es que te relacionen con ellos.
Una estrella fugaz rasga el cielo. Thelma levanta la cabeza y deja caer uno de los platos, el cual se parte por la mitad al chocar contra el suelo.
-Que me traguen los infiernos -maldice boquiabierta.
Una a una las potestades comienzan a caer, llenando el firmamento de luminosas estelas blancas. Una fuerte ráfaga de viento azota la colina, sacudiendo los techos y encrestando el lago. La temperatura desciende al punto que mi respiración se transforma en vaho. Frente a nosotros se comienza a formar un cúmulo de neblina negra, la que cada vez se condensa más.
-Muchacho, corre a despertar a tu ángel. -dice preocupada.
La miro unos segundos procesando lo que ocurre.
-¡Ve Jack! -me grita en el instante en el que dos seres con túnicas negras se materializan a partir de la neblina.
Thelma traza con su mano una complicada figura de luz en el aire.
Me dirijo a toda prisa hacia las habitaciones mientras ordeno en mi mente lo que está ocurriendo: potestades que caen del cielo; Thelma es un ángel; seres oscuros en el patio.
Al llegar a la habitación sacudo a Alex por los hombros. El ángel se incorpora alarmado. -¿Estas bien? -Pregunta exaltado.- ¿Qué sucedió?
Antes de que pueda responder, Alex me mira estupefacto, se gira en dirección a la cama de Will y dibuja un espiral, el cual rodea al muchacho y desaparece.
-William debería despertar en unos minutos. Le entregué parte de tus recuerdos, así que estará al tanto de todo.- dice Alex mirándome a los ojos.- No salgan de esta habitación ni aunque el mismísimo Creador se los pidiese.
Sin darme tiempo para hablar, el Ángel corre hacia la puerta y la cierra con ímpetu, un destello blanco ilumina la cerradura. Me dirijo hacia ella e intento girar la manilla, pero esta no cede. Golpeo varias veces impotente la madera.
-De nada servirá Jack -dice Will sobresaltándome mientras se sienta en la cama.- Lo único que podemos hacer en estos momentos es rezar porque Alex y esa ángel sean capaces de derrotar a los Asedios.
-¿Tienes alguna idea de lo que está ocurriendo?
-Al juzgar por lo que pude ver de tus memorias, el Caído debió hallar la forma de extraer energía desde las Potestades.
-¿Robar energía?
-Exacto, las criaturas malignas no tienen ni Vah ni Larck, sino que obtienen su poder de otros seres. Eso es lo complicado de las Posesiones, entre más fuerte eres, más duro es acabar con ellas.
William se pone de pie, recoge el arco y se cruza el carcaj en la espalda. La madera cruje cuando prueba la tensión.
-¿Jack qué es lo que ocurrió en el bosque? -pregunta mientras me estudia con la mirada.- En todos mis años de Totthir jamás había visto algo similar.
-No lo sé - respondo bajando la mirada.
Will se balancea incómodo.
-No pareces ser una mala persona y mucho menos una escoria elemental, pero me he encontrado con desagradables sorpresas desde que llegué- dice cambiando su peso de una pierna a otra.- Un consejo, aunque el cuchillo esté envainado conserva siempre su filo.
La amenaza acompañada de la dura mirada de Will me produce un escalofrió.
Pasamos varios minutos callados, intentando percibir algún sonido del exterior. El silencio es sepulcral, ni una mínima idea de lo que ocurre. No logro aguantar más la ansiedad, así que trueno mis dedos y camino en círculos por la habitación. Unos pasos nos ponen alerta. Me acerco a la puerta para intentar escuchar mejor, sin embargo, doy un salto hacia atrás cuando algo la golpea con furia. Will saca el cuchillo del carcaj, sujetándolo tan fuerte que sus nudillos se tornan blancos. Una fría gota de sudor recorre mi espalda cuando un nuevo golpe hace crujir la madera. Mi corazón late desbocado, retumbándome en el pecho, por unos segundos es lo único que oigo. Una horripilante risa aguda repleta la habitación al tiempo que trozos de madera y astillas vuelan arañando mi cara. Dos Tentaciones entran saltando y chillando, sus asquerosos dientes amarillos están cubiertos de sangre, una me mira con sus grandes ojos negros. Will lanza una estocada a uno, pero la criatura lo elude dando una voltereta hacia un lado, mientras la otra sube a su hombro y le rasga el cuello de un mordisco. Un gran chorro de sangre baña la pared. Will clava el cuchillo en el cuerpo de la Tentación que tiene encima, produciendo que esta desaparezca dejando sólo humo negro, con la mano libre intenta detener la hemorragia de su cuello. La criatura restante ríe de forma estrepitosa tras la muerte de su compañero. Will cae de rodillas con el cuerpo bañado en su sangre. Una de las paredes de la habitación revienta con un estruendo, aplastando con sus escombros a William y la Tentación. Grito con fuerzas, pero no soy capaz de escuchar ni mi propia voz. Lo que observo en el exterior me marea. Hay fuego por todas partes, Alex pelea contra tres Asedios y lo que queda de Thelma está esparcido por el pasto. El ángel con su bastón desvía a duras penas los sablazos negros. Una de las criaturas traza un pentágono rojo en el aire, Alex suelta el arma con un grito de dolor y sus rodillas ceden. Mientras cae, uno de los asedio lo atraviesa con su espada. Las criaturas giran la cabeza, tienen largas túnicas negras y sus rostros están cubiertos por mascaras blancas inexpresivas. El que trazó la figura me apunta con el dedo, corro hacia la entrada del monasterio. No alcanzo a recorrer ni la mitad del patio cuando el Asedio dibuja un círculo con una línea en medio, el cual vuela hacia mí, apresándome las muñecas y los tobillos. Caigo de bruces contra el pasto. Al girarme, veo al ser junto a mí con la espada en alto. El Asedio deja caer el golpe de gracia, sin embargo, su espada se detiene. Miro hacia los lados y todo está inmóvil, desde el fuego hasta el humo. Siento algo que cae sobre mí… arena. Mi atacante comienza a resquebrajarse, volviéndose sólo un montón de polvo. Mi vista se torna borrosa, parpadeo un par de veces, cada vez que cierro los ojos el escenario cambia aún más. De un momento a otro me encuentro de nuevo en la habitación, la puerta está abierta y Will jadea extenuado.
-Al parecer ahora estos bastardos pueden causar alucinaciones -dice William, mientras lanza al aire a la tentación que desaparece en una bola de humo negro-No quiero imaginar que nuevas habilidades tendrán los Asedios.
Me siento sobre una de las camas y suspiro aliviado, intentado borrar de mi mente las muertes. Pasos que provienen del pasillo me ponen de nuevo alerta. Will prepara una flecha. Alguien se acerca corriendo. En el momento que una figura aparece en el umbral de la puerta, es derribada por una poderosa luz roja. El asedio cae al piso y desaparece, Alex está detrás de él.
-Vengan conmigo -dice el ángel.
Tiene la túnica manchada con sangre, pero no parece ser suya. Salimos hacia el patio. Thelma está bañada en sudor, pero intacta. La noche tiene un tono anaranjado.
-Fhideg debe estar ardiendo -señala Thelma entristecida. -Es probable que el resto de las ciudades también lo esté haciendo. Pase lo que pase, no se separen. Ya ningún lugar es seguro.
-No recibo ningún mensaje del resto de los ángeles -dice preocupado Alex.
-Lo sé-dice Thelma mordisqueándose el labio.- Esto es aún más grave de lo que creía, Padre ha muerto.
La ángel materializa un brazalete y me lo entrega. Tiene una extraña inscripción. Lo recibo con desconcierto. Thelma va a decir algo, pero varios cúmulos de neblina negro comienzan a formarse.
-Demasiados -sentencia Alex apretando la mandíbula.
Thelma traza un patrón intrincado en el aire y un círculo de luz nos rodea.
-Ni lo pienses -grita mi ángel.
Sin embargo, la anciana da un paso hacia fuera y el círculo se transforma en una esfera.
-Cuídense más que nunca -dice Thelma con una media sonrisa en el rostro. -Jack, cuando el bosque corra, el rio ría y la fogata cante, ponte el brazalete.
Seis Asedios se materializan y trazan negras figuras con sus dedos. Alex grita impotente cuando todo se desvanece.
[[Continuar->aparecer luego de monte]] La imagen del monte fir desaparece dando paso a solo oscuridad. Durante unos segumdos aguanto la respiracion sin saber lo que sucede.
-Thelma dejó el hechizo abierto -dice Alex. -Podemos ir a cualquier lugar que ya haya visitado.
Escuchar su voz me reconforta.
-Jack, si aun deseas ir donde otro Querubin. Este es el momento. Thelma me dió la ubicación de uno.
Sopeso la idea de ir tras Danna, pero no se ni donde buscarla. Ademas necesito saber como estan Mamá y Derek.
-¿Podemos ir directamemte hacia el?
-Lo suficiente, no mas de un dia de viaje. -dice Alex.-¿ vienes con nosotros Will?
-Creo que los acompañaré, me vendrian bien un par de respuestas.
-Perfecto. -dice Alexander.-cierren los ojos y preparense.
-¡Espera! -digo apresurado. -¿Qué significa eso de que Padre a muerto?
Al parecer Padre y el Caido se han dado muerte en combate. -Dice Alex preocupado- Es el último mensaje coherente que recibí del resto de los ángeles. No quiero imaginar las implicaciones que esto tendrá. Tengo mis propias preguntas para el Querubín-.
Alex chasquea los dedos y todo desaparece.
[[Continuar -> sueño 3]] Al sonar la campana, corro aún más rápido por los bulliciosos pasillos. Voy tarde a clases. La profesora Addison ya amenazó con llamar a Mamá si cometía otra falta. Redoblo el esfuerzo pese a que mis piernas arden. Un profesor me reprocha lo lejos, pero lo ignoro. Logro entrar al salón justo antes del último aviso. Me dejo caer exhausto a la silla mientras la campana marca el inicio de la clase. La señora Addison se aproxima a su escritorio, es alta y en extremo delgada, los huesos de su cuerpo se marcan de tal manera que se pueden distinguir a simple vista. Mi corazón late aun con fuerza y sigo sudando, me seco la frente con la manga de la camisa. Dejando caer unos pesados libros sobre la mesa comienza a hablar. Su voz me parece horrorosa, es como escuchar hablar a una urraca. Durante la clase no puedo parar de mirar su boca, le faltan un par de dientes y los que aún conserva, están amarillentos por el cigarrillo. Con cada palabra expulsa una cantidad considerable de saliva. Reprimo una risa al pensar en la mala suerte de los de la primera fila.
-¿Señor Weber sería tan amable de repetir lo que acabo de decir?- pregunta la profesora mirándome fijamente.
Un silencio sepulcral reina en el aula, aclaro mi garganta e incómodo miro hacia el suelo.
La alarma contraincendios rompe a sonar estruendosamente. Miro extrañado a mis compañeros. Un pitido de acople hace que mis odios retumben, dando paso a una grave voz.
-Todo evacuen de inmediato -dice la voz por alto parlante. -repito, evacuen de inmediato.
La maestra hace una mueca de desaprobación, se dirige a la puerta y hace señas para que salgamos. Evito su mirada al pasar junto a ella. Ya en el pasillo suspiro aliviado y busco preocupado a Derek con la vista, a lo lejos distingo su gorra azul. Grito su nombre, pero el sonido se pierde entre el bullicio y el incansable sonido de la alarma. Apuro lo que más puedo el paso detrás de él. La gran cantidad de personas impiden acercarme a mi hermano, impotente me mordisqueo el labio. Durante el almuerzo Dylan estuvo burlándose de Papá frente a Derek, el cual solo se contuvo porque Mamá nos mataría si nos expulsan de otro colegio, sin embargo sé que no dejara las cosas así.
Al salir de la escuela corro hacia la plaza, sin duda mi hermano estará ahí, ya que Dylan y sus gordos amigos siempre se reúnen junto a la fuente. Llego justo a tiempo para ver como tres muchachos patean sin piedad a Derek en el piso. Sin pensarlo dos veces, me acerco lo más rápido que puedo y encajo un puñetazo en la nariz de uno de ellos, atrayendo la atención de los demás y dándole tiempo a Derek para levantarse. Me agacho justo a tiempo para esquivar un gancho de Dylan al tiempo que mi hermano noquea al más gordo. Algo contundente me golpea la nuca, escucho a Derek gritar con furia mientras todo se oscurece.
[[Continuar->termino]]Recupero la consciencia en un padro. William y Alex conversan a unos pasos de mi.
Esta historia continuará... Sangre, Alas y Espadas.
Esta novela interactiva te permite tomar decisiones en cuanto a los pasos del protagonista.
Haz click en las opciones que desees cuando estas aparezcan.
El objetivo del juego es llegar al final de la historia.
[[Comenzar Juego->El camino nunca acaba]]